El pasado viernes 15 de marzo, huelgas estudiantiles a nivel mundial hicieron acto de presencia
en las calles de más de 1,000 ciudades en 89 países. Jóvenes activistas alrededor del mundo
levantaron sus voces de protesta exigiendo la intervención urgente de los gobiernos para que
actúen tomando medidas que ayuden a contrarrestar el cambio climático.
La huelga mundial fue inspirada por una joven estudiante sueca de 16 años, Greta Thunberg,
quien ha sido nominada para el Premio Nobel de la Paz, y quien desde agosto del año pasado,
empezó a realizar huelgas de manera individual faltando a clases todos los días durante las
primeras tres semanas para protestar en frente del Parlamento de su país con una pancarta al lado
con la leyenda “Skolstrejk for Klimatet” (huelga escolar por el clima), exigiendo que su gobierno
cumpla con los objetivos medioambientales para proteger el planeta. Posteriormente, decidió
hacerlo todos los viernes. Es así como surgió el movimiento “Fridays for Future” (FFF), el cual
empezó a difundirse a través de las redes sociales. Muchos estudiantes y personas adultas
empezaron a adherirse a dicho movimiento protestando enfrente de instituciones
gubernamentales alrededor del mundo.
La preocupación de los jóvenes ha despertado a raíz de la conciencia que han tomado, ya sea por
lo que han aprendido sobre el tema en las clases de ciencia en la escuela, o por la postura de
quienes no creen en el cambio climático. Tal como lo manifestaron Gregoria Murphy e Isabella
Passos, dos manifestantes estadounidenses de 16 años que participaron en la primera huelga
estudiantil en Los Estados Unidos, el tema les empezó a preocupar desde que tomaron la clase de
ciencias. Passos expresó, “También han influido todas las medidas antiambientalistas que tomó
Trump desde que llegó a la Administración.” Entre las que se encuentran la salida del Acuerdo
de París y la propuesta de congelar los objetivos del cambio climático.
Entre otras demandas, los jóvenes piden que los políticos escuchen a los científicos y que actúen
para frenar el cambio climático. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a
la atmósfera y el uso de energía renovable son unos de los principales objetivos.